Los barbijos se han convertido en algo común en el esfuerzo por combatir COVID-19, pero creo que, a medida que las restricciones se van aflojando, ya es hora de dar un paso más y usar protectores de toda la cara.
Los protectores faciales son mejores porque, por un lado, muchas personas usan barbijos que no se ajustan bien, y son un peligro. También las personas que usan barbijos se tocan más la cara, lo que aumenta el riesgo de propagación viral. Tampoco son muy cómodos y dificultan la respiración.
Los protectores faciales vienen con la ventaja de ser fácilmente desinfectados y reutilizados. A diferencia de los barbijos, los protectores faciales también permiten una mejor comunicación: las personas pueden leer las expresiones faciales y las personas con discapacidad auditiva pueden leer los labios.
Además, los barbijos no están destinados a proteger al que lo usa, sino que dejan expuestas otras partes vulnerables de la cara, como los ojos. El objetivo del barbijo es evitar que una persona asintomática transmita el virus a otros.
Aunque si uno piensa mal, capaz que los protectores faciales no ayuden a prevenir la transmisión en el aire, porque el aire que tiene gotas podría ser absorbido debajo del protector facial, desde la abertura inferior. También si alguien estornuda y no tiene barbijo, esas gotas que expulsa podrían entrar en los ojos de otro, por eso la persona que estornuda debería usar una máscara.
Si tan solo todos cumplieran con las recomendaciones de usar barbijos, no existiría riesgo para los demás. Pero siempre habrá quien se olvide colocarse el barbijo o no le importe.
Mientras tanto yo, me voy a comprar un protector facial y comenzaré a usarlo cuando toque salir a la calle.

Endocrinólogo, transplantado renal, columnista de salud, convencido que las palabras y las acciones pueden cambiar el mundo.