Nuestra piel tiene una capa natural de grasa que sirve para protegernos de los agresores naturales como el sol, viento, polvo, impurezas, frío y calor. En la cara, la zona más grasosa es conocida como la zona T: frente, nariz y barbilla.

El problema viene cuando las glándulas sebáceas trabajan demasiado y producen mucha grasa. Esa producción exagerada, especialmente en la zona T de la cara, da a las personas la apariencia de piel grasosa, «brillosa» o de falta de limpieza. Y el asunto se vuelve aún más incómodo cuando aparecen clavos y espinillas.

Por eso, muchas personas recurren a productos especiales fabricados con el objetivo de eliminar el exceso de grasa en la piel. Sin embargo, se recomienda que después de esta limpieza se utilice también una crema hidratante específica para pieles grasosas. ¿Por qué? Por dos razones importantes:

1. Los productos que remueven la grasa en la zona T resecan regiones como las mejillas y el cuello, disminuyendo la protección natural en estos sitios. La hidratación posterior da una sensación de mayor confort y suavidad a la piel.

2. La limpieza sistemática para quitar la grasa puede provocar un efecto rebote, haciendo que las glándulas produzcan una mayor cantidad de grasa para reemplazar lo que fue removido. La hidratación impide este efecto rebote y deja la piel más homogénea, sin grasa y sin brillo excesivo.

Por lo tanto, para eliminar estos dos efectos indeseables, es muy importante hidratar la piel grasa después de la limpieza. Existen varios productos específicos para ello.