¿Qué hace con los focos quemados? ¿Y con las pilas usadas? ¿A dónde van a parar los vidrio o latas de los alimentos? ¿Y las botellas de plástico? Pare y piense… hay tantas cosas que descartamos, ¿no? ¿Ya pensó cuántos árboles fueron tumbados para producir todo el papel que gastamos?
Vamos a elaborar un poco más: todo el material que consumimos en la rutina del día a día es extraído de la naturaleza y, los recursos naturales, como todos sabemos, son finitos. Por eso, tenemos que tener mucha responsabilidad con lo que gastamos y, principalmente, con lo que desechamos. Una buena manera de empezar es dentro de nuestra propia casa.
Reciclar la basura es una actitud fundamental para la salud del planeta y para la salud de cada uno de nosotros.
El plástico, por ejemplo, es uno de los materiales más utilizados en el mundo. Reciclado, puede ser siempre utilizado y reutilizado. Pero si se descarta de manera incorrecta, tarda muchos años en degradarse y contamina el suelo, bosques, ríos y lagos.
El plástico que se convierte en basura obstruye los drenajes, causando que se retenga el agua de lluvia. Esta agua acumulada constituye el entorno ideal para la aparición de muchas enfermedades como el dengue, leptospirosis e incluso las alergias y las infecciones intestinales.
El papel también debe ser reciclado. Cuanto más reciclamos, menos árboles cortamos. El planeta y todos sus habitantes respiramos un poco más.
La lista de beneficios es enorme. No solo para la salud, sino también y, sobre todo, para el mantenimiento de la vida en la tierra.
No somos eternos, ni nosotros, ni la naturaleza. ¡Tenemos la obligación de dejar un mundo mejor, más lúcido y más inteligente para todos!

Endocrinólogo, transplantado renal, columnista de salud, convencido que las palabras y las acciones pueden cambiar el mundo.