Lo que caracteriza a cada persona es la individualidad: una identidad única, el ADN específico, las huellas digitales…También forman parte de la individualidad el elegir su propio estilo de vida. Eso significa tomar pequeñas decisiones, tales como el estilo de la ropa que vestimos, el corte de pelo o la música que escuchamos.
Y hay, por supuesto, las grandes decisiones que nos caracterizan y que marcan la formación del estilo de vida de cada uno: la profesión que elegimos, los alimentos que decidimos comer, las bebidas que optamos tomar y, algunos hábitos como fumar o el hacer ejercicio, por nombrar unos pocos.
Todo lo anteriormente es correcto…menos para las mujeres que se embarazan. ¿Por qué? Simplemente porque las mujeres embarazadas no son una única persona. Son dos. Las decisiones que las futuras mamás toman, no solo tienen impacto en ellas mismas, sino que también repercuten en otra persona que está por venir. Eso significa que las decisiones relativas a su estilo de vida dejan de ser individuales.
Este momento especial en la vida de las mujeres, hay que optar por un estilo de vida que favorezca a ese bebé que, dicho sea de paso, se desarrolla con una velocidad absolutamente asombrosa.
La dependencia del pequeño ser que se forma en el útero es completa. El aire que la mamá inspira es lo que oxigena las células del bebé. El alimento escogido por la mamá es el nutriente que llega al bebé. Si la mamá hace ejercicio, su bebé también lo hace y así en todo. Lo contrario también es real: si las mamás fuman o beben, los bebés también lo hacen.
Por eso, las mujeres embarazadas tienen que cambiar la rutina de su vida, en pro de la salud del niño que está por venir.
El embarazo es de hecho un momento único de la existencia en el que uno es dos, o tres…o más.

Endocrinólogo, transplantado renal, columnista de salud, convencido que las palabras y las acciones pueden cambiar el mundo.