La percepción puede engañarlo a uno. Al ingerir alcohol, especialmente cuando hace frío, puede hacerlo sentir a uno que se está calentando. Pero eso no es lo que realmente está pasando en el cuerpo. El alcohol hace que los vasos sanguíneos se dilaten, acercando la sangre, que de por sí es caliente, a la piel y dando la sensación de calor. Pero lo que en realidad sucede es que la dilatación de los vasos sanguíneos provocan que se pierda calor corporal mucho más rápido. Así que es un MITO.

Endocrinólogo, transplantado renal, columnista de salud, convencido que las palabras y las acciones pueden cambiar el mundo.