Es sorprendente ver como muchos niños y adolescentes van al colegio sin desayunar y su primera alimentación del día es una soda. El hecho de consumir un alimento azucarado y sin nutrientes ya esta mal, pero el contenido de cafeína que existen en las bebidas con cola y que se consumen sin saber, esta peor.

En estos días,  no solamente la soda es popular entre los adolescentes, sino también el café, especialmente el capuchino. El contenido de cafeína de una coca cola o pepsi cola de 350 ml es  45 mg, de un helado de café es de 90 mg y de una taza de café es 100 mg.

Aunque ha habido muchas investigaciones sobre la cafeína y su relación con la fertilidad, embarazo, osteoporosis, cáncer y enfermedades del corazón, hay muy poco estudiado sobre los efectos de la cafeína en los niños. Se desconoce cuanto de cafeína se necesita para alterar la salud de estos.

La mayoría de los investigadores están de acuerdo que la cafeína tiene los mismos efectos en los niños, como los tiene en los adultos. Eso quiere decir que incrementa el estado de alerta, mejora el rendimiento, así como también causa ansiedad, nerviosismo y falta de sueño. La sensibilidad a la cafeína difiere tanto en adultos como en niños, pero se cree que en los niños los efectos son mayores porque tienen menor tamaño. Se sabe que las bebidas con cafeína como las colas, no son tóxicas pero su uso repetitivo y en grandes cantidades puede causar síntomas de abstinencia y crear dependencia, aunque esto se lo ve con mayor frecuencia en las personas que toman aproximadamente 200 ml de café al día.

En un estudio realizado en la Universidad de Minnesota en los EEUU, le dieron a 30 niños de 8 a 12 años, cada día, durante 13 días, la misma cantidad de cafeína que existe en 3 tipos de sodas diferentes. Veinticuatro horas después de suspender la cafeína encontraron un deterioro en el rendimiento de los niños en un examen computarizado. Estos resultados muestran que los niños que consumen grandes cantidades de sodas que contienen cafeínas, por ejemplo en sus vacaciones, pueden presentar una disminución en el rendimiento escolar cuando regresan a clase, al suspender abruptamente el consumo de estas bebidas.

Lo triste es que estas bebidas cafeinadas y azucaradas están reemplazando otras bebidas, como ser el agua, jugos de frutas, leches saborizadas, yogurt líquido que aportan el calcio que tanto necesitan los niños y adolescentes. En realidad las sodas no se comercializan para sustituir la nutrición de las personas, si no como bebidas refrescantes, el problema es el abuso de este consumo.

La mayoría de los niños y adolescentes beben sodas que contienen cafeína sin siquiera pensar acerca de la cafeína. No es la cafeína lo que les hace tomar coca cola o pepsi cola, sino el sabor agradable o el aspecto social de estas.

Debido a la publicidad y la fácil accesibilidad, hacer que un niño o adolescente rechace las sodas es casi misión imposible. Los colegios tampoco ayudan puesto que la venta de soda en los kioscos generan mucho dinero.

Hay que enseñar a los niños que las sodas son una parte no esencial en sus vidas y que no deberían usar algo tan superficial para sentirse bien. Pero no hay nada que hacer que donde van los niños o adolescentes, sean estos cines, fiestas, restaurantes, etc., se encontrarán con sodas y el prohibir algo simplemente aumenta el deseo por ello. O sea que si van a una Mc Donald, no hay que prohibirle a los niños lo uno o lo otro. Hay que ir y dejar que sea un momento de diversión o mejor no vayan. Si compraron sodas para la casa, hay que dejar que las tomen, o mejor no las compren y solo preparen jugos de frutas, leche o agua.

Pero si mantienen una relación de comunicación y respeto entre padres e hijos, se pueden comprar sodas y establecer la cantidad que su niño puede tomar. Por ejemplo decirle que pueden tomar una soda de dos litros por semana, pero que ellos elijan cuando la van a tomar. Al mismo tiempo enseñarles que aunque las sodas no son bebidas malas o prohibidas, son algo extra que no les va a dar ningún beneficio. Al enseñarles responsabilidad, se los prepara para los diferentes tipos de elecciones que tendrán en la vida.

Los niños y adolescentes deben aprender a tomar decisiones, a diferenciar entre la moderación y el abuso y que cada cosa que hacen con sus cuerpos debe ser fruto de una decisión y no una reacción.