El estrés se puede manifestar en todas las personas de todas las edades, hasta en los bebés que todavía están en el útero materno. Hay, sin embargo, diferentes grados y formas variadas con las cuales el estrés se puede manifestar.
¿Cómo reacciona al estrés un bebé en el útero?. Un ejemplo es la hipertensión arterial, que provoca la disminución del suministro de oxigeno o nutrientes de la mamá gestante al feto, de manera que el bebé entra en estrés, no crece adecuadamente y puede nacer con bajo peso, comprometiendo su desarrollo.
Después del nacimiento, a cualquier edad, cuando somos sometidos a cualquier situación que genere estrés, el organismo produce hormonas como la adrenalina y el cortisol, que nos preparan para una toma de decisión o una acción. El corazón late más rápido, la respiración se vuelve acelerada, las pupilas se dilatan y los vasos sanguíneos en los músculos se llenan de sangre preparándonos para cualquier situación.
Tres tipos de estrés en los niños
Los investigadores del centro de desarrollo infantil de la Universidad de Harvard creen que el estrés infantil puede ser clasificado como las luces de un semáforo: rojo, amarillo y verde.
Estrés verde: Si el bebé tiene hambre o esta molesto, tiene los pañales mojados, ¿qué es lo que hace? Llora. Esa es la respuesta que los bebés pueden dar a lo que le producen estrés. La actitud de llorar provoca reacciones en sus cuidadores en el sentido de aplacar lo que le causó el estrés. Una vez amamantado o con los pañales cambiados, la adrenalina disminuye, la frecuencia cardíaca y la respiración regresan a lo normal y el bebé puede dormir tranquilo.
Este ejemplos caracteriza lo que se llama el estrés verde. Es un estrés positivo que impulsa una reacción que promueve crecimiento y desarrollo. El bebé tiene sus necesidades atendidas, fue nutrido y cambiado y el esta todo bien..
Estrés amarillo. Nació el hermanito de una niña de 2 años, hija y nieta única, centro de la atención de la familia. Como reacción al estrés que este acontecimiento le causa, la niña pasa se jala su cabello o a tiene crisis incansables de berrinches o deja de comer y pierde peso.
Este es un ejemplo de un estrés tolerable, que generalmente tiene una causa definida y que puede generar una reacción más larga de malestar en el niño, y que se traduce en alteraciones en el comportamiento o manifestaciones de agresividad. Esto es lo que podemos caracterizar como estrés amarillo y que exige de los cuidadores una actitud en el sentido de ayudar al niño a entender y pasar por un momento puntual con el menor grado de sufrimiento posible. La mayoría de las veces en estos casos, la ayuda profesional es necesaria.
Estrés rojo. También llamado estrés tóxico. Es la más grave de todas las formas, de acuerdo a las investigaciones en el área de la neurociencia, este tipo de estrés puede determinar alteraciones en las conexiones de las sinapsis cerebrales, con consecuencias y séquelas para el desarrollo y futuro del niño. Ejemplos de esta situación son niños descuidados, sin vínculos afectivos con los cuidadores, o que conviven con situaciones de conflicto constante en casa, como ser alcoholismo o drogadicción.
El estrés es bueno e importante puesto que nos impulsa hacia delante. Los bebés deben llorar para ser atendidos. Los circuitos cerebrales responden positivamente al estímulo de las hormonas liberadas en esta situación.
Los niños necesitan pasar por desafíos y etapas difíciles para desarrollarse saludablemente. Sin embargo, debemos estar atentos cuando la señal cambia a amarillo o principalmente avanza a rojo.
Entender el lenguaje con que los niños exprimen y manifiestan sus grados de estrés es fundamental para un futuro tranquilo para todos.

Endocrinólogo, transplantado renal, columnista de salud, convencido que las palabras y las acciones pueden cambiar el mundo.