Es interesante ver como la sal tiene una tanta familiaridad con nuestro cuerpo: nuestras lágrimas son saladas, nuestra sangre es salada. Pero la pregunta es ¿qué tanto la necesitamos? Los monos obtienen la sal que necesitan de las plantas que comen, no del salero y tienen una presión arterial perfecta. La hipertensión, cada vez más común en nuestro país, es responsable de casi la mitad de los ataques cardiácos y accidentes vasculocerebrales.
Los comedores de sal en exceso pueden tener hasta un litro y medio de líquido extra circulando por sus vasos sanguíneos, eso quiere decir que el pobre corazón tiene que trabajar más para bombear ese líquido extra.
Para una mejor orientación, aquí va una clasificación de alimentos de acuerdo a su contenido de sal:
1. Alimentos con grandes cantidades de sal: aquí se encuentran los alimentos elaborados en los que se usa la sal como conservante, tales como jamones, aceitunas, diversos tipos de quesos, charque, etc.
2. Alimentos con cantidades moderadas de sal: lo componen el pan, los huevos, algunos productos lácteos, las conservas y algunas aguas minerales.
3. Alimentos con menor contenido de sal: integrado esencialmente por frutas y verduras frescas, es el que presenta menor contenido en sodio y por tanto el más recomendable para nuestra salud.
Es importante recordar que en nuestra dieta “normal,” si le sumamos la sal “escondida” en los alimentos elaborados, la sal añadida en la cocina y la sal añadida en la mesa, eleva nuestro consumo diario tres veces más de lo recomendado por la Organización Mundial de salud.

Endocrinólogo, transplantado renal, columnista de salud, convencido que las palabras y las acciones pueden cambiar el mundo.