Patricia Martínez Aguirre: “La satisfacción más grande es que Dios me dio una segunda oportunidad”.
Cuando tuve a mi hija menor se me subió la presión y me quiso dar preclamsia y la bebé nació prematura. Uno a veces es dejada y no va a al médico… yo tenía presión alta pero no tenía los síntomas, mis riñones se esforzaron demasiado y mi corazón se creció el doble de lo normal, casi llego a necesitar trasplante de corazón. Si bien no necesité de trasplante de corazón pero sí de riñón, el Dr. Vaca Díez me dijo que tenía que trasplantarme.
Mis hermanos se ofrecieron voluntariamente a donarme, al final una de mis hermanas, que era la más compatible, fue la que me donó el riñón. No me iban a hacer el trasplante inmediatamente porque yo no estaba hinchada ni nada, pero yo le pedí a Dios que si se tenía que hacer que se haga ya, y al otro día amanecí hinchada, entonces el doctor me dijo que había que hacerlo ya el trasplante.
Yo entré positiva a la operación. Mis hijas estaban muy chiquititas la menor tenía 4 años y la otra tenía 9. Me lo hizo un viernes 13 y gracias a Dios todo salió bien. Tras que lo colocaron, sin que lo costuren comenzó a funcionar.
Un año usé barbijo, comía poca carne roja, más pollo y pescado y así fui recuperándome poco a poco y tener una vida normal. No exagero ni me excedo, siempre me cuido.
La satisfacción más grande que tengo es que Dios me dio una segunda oportunidad para vivir, porque, ¡qué hubiera sido de mis hijas sin mí! Todo lo que yo pueda hacer, mientras yo viva, lo voy a hacer por ellas.
Estoy agradecida a Dios y a la vida. Si Dios me ha dado otra oportunidad, día a día tengo que disfrutarla y agradecerle a él y a Jesús. Con salud se puede trabajar, ir donde uno quiera, estar con sus seres queridos, eso es algo que no tiene precio.
Patricia Martínez Aguirre cumplió 18 años de su trasplante de riñón el 13 de diciembre de 2014.

Endocrinólogo, transplantado renal, columnista de salud, convencido que las palabras y las acciones pueden cambiar el mundo.