A nadie le gusta ver que le sale del oído esa sustancia pastosa, pegajosa, de color marrón que llamamos cera…como que “da cosa” ¿no?

Pero analicemos un poquito. ¿Por qué será que el organismo, que funciona armónicamente estructurado, perfecto en cada detalle, produce esta sustancia en nuestros oídos? En realidad tiene una excelente razón: para protegernos. El oído es un órgano delicado, sensible e importantísimo. Después de todo, gracias a este «equipo de música increíble» escuchamos las voces, los ruidos de la naturaleza, las melodías, cantos y también las señales de peligro. Por eso, el oído precisa ser protegido. La cera es un componente importante de esa protección. Evita que el agua u otras sustancias no deseadas, como el polvo, la arena o la contaminación entren y se acumulen en el conducto auditivo.

Por eso no debemos, NUNCA, colocar nada en el oído para quitar la cera. JAMÁS coloque allí hisopos, clips, tapas de bolígrafos, o lo que sea.

Sólo limpie la parte exterior de las orejas. Cuando sale la cera no causa una buena impresión, así que está bien eliminar el exceso. Pero hay que limpiar solamente lo que se ve ¡sin exagerar!

Mantenga sus orejas limpias, pero no toque la cera que se encuentra dentro del oído.