¿Quién desarrolla resistencia a los antibióticos: las bacterias o la persona?

Nuestro cuerpo alberga normalmente unos 100 trillones de microorganismos, incluyendo bacterias. Tenemos más bacterias que células. Increíble ¿no le parece? Esta multitud de bacterias viven en armonía con nuestro cuerpo y las necesitamos para el equilibrio de las funciones vitales. Las bacterias «buenas» nos defienden de las bacterias “malas”, las que causan enfermedades.

¿Qué son los antibióticos? Son medicamentos que destruyen las bacterias que causan enfermedades. Antes del descubrimiento de los antibióticos, una persona podía morir de un simple dolor de garganta. Pero, al igual que todos los seres vivos, las bacterias luchan por su supervivencia y desarrollan una «inteligencia» para no ser eliminadas.

Funciona así: cada antibiótico tiene un objetivo específico. Por ejemplo, el objetivo de la penicilina es la pared de la bacteria. La penicilina previene que se forme la pared. Consecuencia: las bacterias no pueden sobrevivir sin la pared y mueren. Pero con el paso del tiempo y el uso frecuente del antibiótico, las bacterias «entendieron» que la penicilina ataca su muro. Resultado: producen el contraataque: una enzima que destruye la penicilina. Listo, así se forma la resistencia a la bacteria. Y lo asombroso es que esta bacteria poderosa pasa la información a su descendencia.

Por ejemplo: una persona que tiene tuberculosis y está tomando antibióticos. No sigue la prescripción de su médico y toma la medicación de forma irregular e incluso decide interrumpir el tratamiento por su cuenta. Esto permite que las bacterias comprendan el mecanismo del antibiótico y por lo tanto crean resistencia. Una persona que nunca tuvo tuberculosis, puede contagiarse de esta tuberculosis resistente a todos los antibióticos, haciendo el tratamiento mucho más difícil y delicado.

Por eso, se investiga de forma constante sobre nuevos antibióticos que utilicen estrategias diferentes para destruir las bacterias. Y, para no crear resistencia, los antibióticos deben ser muy controlados. Es decir, se deben usar sólo cuando sean necesarios y durante el tiempo que el médico los indiquen.

Estamos en una «guerra» contra los microorganismos «inteligentes» que pueden provocar enfermedades mortales o a nuestros seres queridos. ¡Esta poderosa arma tiene que ser utilizada en el momento adecuado!

Cumpla su tratamiento. Eso quiere decir que tome el medicamento en los tiempos indicados. Nunca debemos dejar el antibiótico en medio del tratamiento sin consultar al médico.

Para no crear resistencia, tenemos que usar los antibióticos a nuestro favor. No existen personas resistentes, existen bacterias resistentes. Tenemos que tener una gran responsabilidad cuando usamos los antibióticos, de lo contrario esta «arma» puede volverse en contra de nosotros mismos.