Muchas autoridades en salud y empresas farmacéuticas dicen haber encontrado parte de la fórmula de la eterna juventud en los antioxidantes tales como la vitamina A, C y E, en el entendido que no solo pueden prevenir las enfermedades y sino que también pueden detener el proceso de envejecimiento.

El oxigeno que respiramos juega un rol crucial en la función normal de las células. También produce moléculas llamadas radicales libres. Los radicales libres se forman también cuando estamos expuestos al humo del cigarrillo, de las movilidades, rayos ultravioletas, pesticidas, etc.

Los radicales libres reaccionan fácilmente y son inestables, rápidamente se unen a las proteínas , carbohidratos, grasas y ADN, alterando sus estructuras y funciones. Con los años, se cree que éstas reacciones de oxidación llevan a cambios anatómicos y fisiológicos, que pueden contribuir a ciertas enfermedades y al proceso de envejecimiento.

Felizmente nuestros cuerpos están bien equipados para defendernos contra éstas reacciones, ya sea neutralizando los radicales libres usando antioxidantes únicos sintetizados por nuestras células, o mecanismos de reparación sofisticados para arreglar las estructuras que han sido dañadas.

Infelizmente los oxidantes del estrés son tan comunes que nuestro cuerpo es incapaz de evitar completamente sus efectos dañinos.

La idea de dar antioxidantes adicionales mediante la dieta o tabletas, parece lógica para eliminar el exceso de antioxidantes del estrés que pueden causar enfermedades.

Los científicos al principio se entusiasmaron con el uso de antioxidantes para retrasar las enfermedades, puesto que las investigaciones mostraban bajos índices de ciertos canceres y enfermedades cardiacas, en gente que consumía grandes cantidades de frutas y verduras ricas en antioxidantes tales como alfa-tocoferol, vitamina C, beta caroteno (parte de la vitamina A) y algunos minerales como ser selenio y zinc.

Los críticos de éstos estudios sugirieron prudentemente otras explicaciones como ser la presencia de otros ingredientes benéficos todavía no identificados en frutas y verduras o los cambios en el estilo de vida de las personas que tuvieron menos enfermedades, por ejemplo dejar de fumar o hacer ejercicio.

Los científicos entonces desarrollaron mejores estudios asignando los pacientes en grupos que recibían  o no antioxidantes. En ambos grupos se encontró que todos los factores que juegan un rol en producir enfermedades cardiacas o cáncer fueron similares.

Un estudio publicado en el j natl cáncer inst 85:1483-92, 1993, donde se estudio a 29.500 personas sanas durante 5 años, donde la mitad recibieron antioxidantes y la otra mitad no, no hubo una reducción en las muertes por enfermedades cardiovasculares.

 Hay varios estudios pequeños donde se demuestra que el uso de dosis altas de vitamina E (100 a 800 IU por día), disminuye el riesgo de desarrollar enfermedades cardiacas o de morir por enfermedades cardiacas.

Los últimos estudios científicos publicados fallaron en reproducir éstos hallazgos, mas bien sugirieron que los antioxidantes pueden dañar a ciertas personas.

En un estudio publicado en el n engl j med 330:1029-35, 1994, examinaron a 29.000 fumadores masculinos y encontraron que quienes tomaron vitamina E comparado con los que no tomaron, padecieron levemente más hemorragias cerebrales.

Otro estudio publicado en el n engl j med 334: 1150-55, 1996, sugiere que los adultos que fuman y toman suplementos de beta caroteno aumentan el riesgo de desarrollar enfermedades cardiacas o cáncer pulmonar.

Dos estudios recientes publicados en el lancet 354:447-55, 1999 y en el n engl j med 342: 154-60, 2000  estudiaron a 9000 personas que tomaron dosis altas de vitamina E y encontraron beneficios para la salud pero no demostraron que prevengan las enfermedades cardiacas.

Esto no quiere decir que los antioxidantes no se deben incluir en la dieta o en tabletas, hay varios estudios que se están haciendo con un diseño quizá mas apropiado. Es posible que los antioxidantes trabajen mejor cuando se toman por periodo de tiempo mayor a lo que ha sido investigado (4.5 años), pero como se ha demostrado que puede causar daño bajo ciertas circunstancias, es mejor que sea su médico quien se los indique.

La buena noticia es que ya conocemos parte de la formula para la buena salud: estilo de vida físicamente activo, no fumar, y una dieta equilibrada con mucha fruta, verduras y pocas grasas saturadas.